miércoles, 20 de septiembre de 2017

STEELHEART “Through World Of Stardust”


(Frontiers Music)
Lejos, muy lejos, quedan los tiempos de esplendor de los norteamericanos Steelheart cuando a principios de los noventa se marcaron dos notables trabajos que les hicieron recoger el reconocimiento de un público que les llevó a lograr unas muy respetables cifras de ventas convirtiéndose en uno de los grupos más reconocidos de los últimos coletazos de la escena hard rockera antes del lamentable cambio de escena que se produjo con la irrupción del deprimente grunge. Y a la vista, más bien a la escucha, de lo que nos vienen ofreciendo últimamente con su vocalista, líder y único miembro original que permanece en la banda, Miljenko Matijevic, parece que se quedaron más en aquella etapa oscura que ya iniciaron con su tercer trabajo “Wait” (1996) que poco tenía del brillo de sus predecesores.
Ahora, acompañado por una formación que empezó a gestarse en 2006 con Uros Raskovski a la guitarra, Rev Jones al bajo y Mike Humbert a la batería, nos ofrece este “Through a World a Stardust” que desde luego no creo que satisfaga excesivamente a los seguidores de los primeros Steelheart, más bien todo lo contrario. Poco o nada queda del dinamismo y pegada que había en sus composiciones primigenias, ha desaparecido la diversión que proponían aquellos temas plenos de ritmo y llegada con los que sin complicarse excesivamente la vida y sin necesidad de ser los mejores músicos del mundo eran capaces de hacernos mover el pie y el cuello siguiendo su ritmo.
Lo que nos encontramos en este nuevo disco es otra cosa, que a mí no me dice prácticamente nada, pero que seguro que habrá a quien pueda convencerle, unas ambientaciones en general opacas, sin chispa, y donde los sonidos alternativos y sombríos prevalecen sobre los elementos hard rockeros que, aunque en mucho menor medida, también los hay. Comenzando por la voz de Matijevic, que sin ser tan excesiva e histriónica como la de hace veinticinco años, por momentos pasa por ser de mejor del disco en unos tonos más discretos pero consiguiendo algunos registros interesantes, aunque perdiéndose en la mediocridad de sus composiciones. De hecho, el inicio con “Stream Lines Savings” parece querer ser un intento de recuperar la energía de antaño recordando ligeramente a algún tema de la banda sonora de Rock Star por cómo ataca su comienzo pero se queda en eso, en un infructuoso intento, embarullado, angustioso, pastoso que no llega a nada.
Con “My Dirty Girl”, tres cuartos de lo mismo, con la voz sinuosa y matizada entre opacas guitarras que se dinamizan mínimamente subiendo el ritmo con un solo del recientemente fallecido Kenny Kanowski, pero con un resultado bastante insulso, como lo es la cadenciosa y pesada “Come Inside” con un rollo alternativo monótono y sin gracia que me recuerda a una versión pobre de Smashing Pumpkins que no es que sean precisamente santos de mi devoción, así que imaginaros lo que me gusta el temita en cuestión. Casi lo mismo que “My World” pesada, oscura, cavernosa, de guitarras monocordes y pesadas, un tostón.
Se suaviza y aclara el sonido en la lenta electroacústica “You Got Me Twisted” que sin ser nada del otro mundo destaca por su descarnada interpretación vocal a pesar de su linealidad, como sucede en la más elaborada “Lips Of Rain” que ha terminado por ser la más rescatable por sus melodías de voz y sus acertados arreglos orquestales de cuerda a cargo de Anthony Weeden y Stockholm Strings, que también aparecen en la intimista “With Love We Live Again” donde la acústica se rasga junto a la engolada voz de Matijevic resultando al menos agradable.
Este pequeño oasis desaparece para volver al rollo moderno con la insustancial “Got Me Running” en la que las guitarras son de lo más discreto sobre una base marcada pero sin fuste, seguida por la no menos hueca “My Freedom” en la que los arreglos orquestales vuelven a ser lo más remarcable dentro de su sosería, antes de cerrar definitivamente con otra pieza lenta e intimista “I’m So In Love With You” irrumpiendo con cuerpo la atormentada voz del líder de la banda pero resultando sosa como ella sola.
En fin, una pena de disco, con un par de momentos rescatables y que en mi opinión hubiera sido mejor que hubiera sido lanzado como un trabajo en solitario de Miljenko Matijevic más que como esta versión 2.0 de Steelheart que no hace más que provocar una enorme añoranza de la original.
Mariano Palomo

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