martes, 11 de octubre de 2016

OPERATION: MINDCRIME “Resurrection”

(Frontiers Music)

Siguen el señor Geoff Tate y sus Operation: Mindcrime con la trilogía iniciada el año pasado con “The Key” cuando siguiendo la estela de aquella maravillosa obra conceptual de Queensryche, probablemente la mejor de la historia, tomaron su nombre para prolongarla una vez resueltos más o menos los litigios que el vocalista de Seattle mantenía con los compañeros de su ex-banda. Una primera parte aquella que no me dijo gran cosa, a años luz en mi opinión de la primigenia obra maestra, y que ahora se ve sucedida por “Resurrection” que, aun seduciéndome algo más, sigue sin acabar de convencerme.
Y no porque Tate lo haga mal, en absoluto, de hecho creo que muestra un buen nivel, ni porque los músicos que le acompañan no estén a la altura, para nada, simplemente es que las composiciones se me hacen pesadas y el desarrollo de las mismas no lo acabo de comprender, con cuatro primeros cortes que son prácticamente intros de alrededor de un minuto que supongo que serán para ponernos en situación pero que no me dicen absolutamente nada.
Así que tras esos retazos de sonidos sintetizados y futuristas empieza el disco “de verdad” con la pausada “Left For Dead” siguiendo en esa onda futurista pero ya con la melodía de voz dejándose notar y creciendo en intensidad sobre una técnica y contundente base rítmica barnizada por una ligera orquestación, cayendo densa seguidamente hasta “Miles Away” pesada y cadenciosa con el bajo de John Moyer marcado entre las líneas vocales dobladas muy Queensryche pero con mucho menos brillo que antaño, prolongándose en una línea más inquietante en la lenta “Healing My Wounds” transmitiendo oscuridad y adornada con algún ligero toque de saxo que llama la atención entre las guitarras de Kelly Gray y Scott Moughton, unas guitarras que alternan electroacústicas en la melancólica “The Fight” agradable y cálida pero sin mucha chicha, parece querer acercarse a “Silent Lucidity” pero se queda muy lejos.
Mejora el ritmo y la intensidad con la potente “Taking On The World” pura esencia Queensryche de la mejor época con esa base gorda típica, con una gran melodía de voz doblada y con unos buenos detalles de guitarra que hacen de este para mí el mejor corte del disco con diferencia. Baja bastante luego el nivel con la extensa “Invincible” más de siete minutos de pesado desarrollo salpicado de elementos electrónicos-espaciales, distorsiones sin gracia y wawas huecos que deslucen su expresiva ejecutoria vocal, mejorando algo con la extrañamente atractiva “A Smear Campaign” en la que sobre una sólida base rítmica se insertan los golpes de voz tratados y sintetizados creando una estructura curiosa y algo caótica añadiendo además de nuevo el saxo como elemento elegante y misterioso.
La misma línea caótica la encontramos en la inconexa e insulsa “Wich Side You’re On” con unos toques de jazz electrónico que no aportan demasiado y con una intensidad vocal que por sí sola no hace que el tema llegue a unos mínimos de atractivo, al igual que en la angustiosa y algo sucia en su base “Into The Hands Of The World” en la que además meten unos arreglos rarísimos con una parte cibernética, en fin lo dicho, un caos.
El final lo pone la suave “Live From My Machine” con unos aires evocadores que envuelven la tratada voz de Tate salpicándola también de toques orquestales y acústicos resultando curiosa pero algo densa. Final correcto para un disco irregular, más atractivo que su predecesor para mí gusto, pero que creo que sigue sin estar a la altura del legado de su creador.

Mariano Palomo

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