(Provogue)
Tras este llamativo nombre se
esconde el talento y buen hacer de tres señores músicos, el guitarrista,
cantante y compositor tejano Lance López,
el bajista y productor Fabrizio Grossi
(Glenn Hughes, Alice Cooper, Slash, Joe Bonamassa…), y el veterano batería Kenny Aronoff (Meat Loaf, John Fogerty,
Joe Cocker, Chickenfoot…). Partiendo de la idea inicial de López, este auténtico power trío, acompañado de un puñado de
ilustres invitados, ha dado vida a un disco lleno de clase, sentimiento y espiritualidad
viajando por los sonidos americanos añejos con los que empezó todo, yendo del rock
al blues y al sureño, con toques de soul y góspel.
Empezamos a ponernos en situación
con el relajado inicio sureño de “Miracle Man”, con ese encanto especial que le
dan la armónica y la slide guitar junto a la grave voz de López junto a unos buenísimos coros femeninos que le acompañan a lo
largo del disco dando ese ligero toque góspel. Sigue ese halo de espiritualidad
en los coros y las palmas con la encantadora y animada “I Ain’t Falling Again”
con la guitarra más rasgada trasmitiendo buen rollo, como sucede en la
aguardentosa a lo ZZ Top “Running
Whiskey”, no en vano en la misma colabora el propio Billy Gibbons, estando en esta misma línea polvorienta y vacilona
la divertida “Bone Bucket Blues” de nuevo con la armónica muy presente,
quedando entre medias la más relajada “Remedy” entrañable blues sureño a medio
tiempo destacando la participación de Warren
Haynes (Gov’t Mule, The Allman Brothers Band) y de nuevo con los coros
femeninos llamando la atención, al igual que en la embaucadora “Let It Be”, una
delicia.
Vuelve el ritmo más intenso y
marcado con el bajo de Grossi
haciéndose notar en la magnífica “That’s My Way” con un sonido de órgano sobrevolando
sus coreos, sus ásperas melodías vocales y los buenos aportes guitarreros del
también tejano Chris Duarte. Llegamos
en este momento a uno de los puntos álgidos del disco, una enorme versión de “Ain’t
No Love (In The Heart Of The City)”, escrita originalmente en 1974 por Michael Price y Dan Walsh haciéndola mundialmente famosa unos años después Whitesnake, y que en esta revisión de Supersonic Blues Machine suena
espectacular, con todo el soul de sus coros, todo el encanto de su cadencia, y
toda la elegancia de sus guitarras. Todos estos elementos los podemos encontrar
también en la profunda y tremendamente cuidada “Can’t Take No More” en la que
deja su impronta Walter Trout.
Un sonido más pesado para “Nightmares
and Dreams”, que me resulta algo lineal, aunque con bastante intensidad contando
con la participación de Eric Gales
dando su particular toque efectista compitiendo en protagonismo con el sonido
de bajo de Grossi. Luego queda algo
descolgada y un poco fuera de lugar “Whiskey Time” que no es más que la
extensión instrumental de “Running Whiskey”, resultando como una especie de
reprise con siete temas entre medias.
Para el final nos dejan otro
bonito corte lento como es “Let’s Call It a Day” pleno de elegancia contando
con la colaboración de Roben Ford
dejando unas guitarras y teclados orgánicos llenos de pulcritud y sentimiento.
Se completa el disco casi por sorpresa con la animada y sencilla “Watchagonnado”
un blues vacilón y animado perfecto para dejarnos un magnífico sabor de boca
como colofón a un muy buen trabajo de la mano de esta banda a la que habrá que
tener en cuenta a partir de ahora.
Mariano Palomo
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