El ex vocalista de Mago de Oz, José Andrea, nunca me ha llamado la atención especialmente por su
técnica o estilo a la hora de cantar, siempre me ha parecido un cantante correcto
sin más. Pero lo que sí le reconozco, sobre todo en su andadura en solitario y
ahora con Uroboros es su buen gusto
a la hora de escoger sus acompañantes y de reflejar sus marcadas influencias en
sus composiciones, algo que quedó claramente plasmado en su disco de baladas “Donde el Corazón te Lleve” (2004). Hasta
ahora era el trabajo que más me gustaba de todos en los que había participado
este hispano boliviano superándolo con esta segunda entrega de Uroboros creo que ha redondeado un
trabajo de lo más completo e interesante.
Un disco en el que con el hard
rock clásico como espina dorsal podemos encontrar retazos de blues, heavy metal
o folk, perfectamente engarzados, con una muy buena producción, y con unos aportes instrumentales brillantes
a cargo de una experimentada alineación de músicos conformada por los guitarristas
Chino Flores (Sínkope) y José Rubio (Nova Era), el batería Bernardo Ballester (Santa, Neomenia,
Ñu, Golden Farm), el bajista Pedro Díaz “Peri”
y el teclista Sergio Cisneros “Kiski”,
estos dos últimos compañeros de Andrea
en Mago de Oz. Todos están a un muy
buen nivel, con sus momentos de protagonismo bien repartidos y equilibrados al
servicio de unas composiciones trabajadas pero no enrevesadas, siendo por lo
general bastante directas y recordables.
Buen ejemplo de esto es el tema
título que da apertura al CD, “Resurrección”, un corte de poderoso hard clásico
atemperado con un toque sinfónico en los teclados de Kiski acompañando la presencia guitarrera de Chino y Rubio junto a
una buena melodía vocal algo engolada pero sin excederse dejando que el
estribillo suene claro y potente. Aumenta la velocidad dejándose notar el
influjo de la saga Purple en las
guitarras y teclados de “La Mujer Lobo” donde participa Fernando Ponce de León con un ligero toque de whistle que junto a
la melodía vocal le da un rollo muy Mago.
La indisimulada devoción por Blackmore y compañía queda reflejada
también en otro intenso tema como “La Torre de Cristal” de marcadas rítmicas y
orgánicas teclas rodeando una acertada melodía de voz, o en la más cañera “Vive”
dando protagonismo al órgano sobre unos fraseos de guitarra golpeando con un
motivante y claro estribillo perfecto para ser coreado en directo. En esta
misma línea cañera pero dando más cancha a sonidos más metaleros pero muy
melódicos nos dejan “Jackyll y Hyde” marcada por sus redobles y por unas
misteriosas bajadas de tono.
En onda más rockanrolera nos encontramos
con la vacilona “Amantes en Soledad” con un ligero toque funky en su marcada
línea de bajo, con la festiva “En Mi Barrio Nadie Quiere Dormir” que tiene
pinta de convertirse en una de las más celebradas en sus conciertos por su divertida
letra bien acompañada de unos teclados de lo más resultones, al igual que
sucede en la gamberra “¡Dímelo!” en la que su pegadizo estribillo atrapa dentro
de una muy buena instrumentación rematada por una nueva aportación de Ponce de León con unos originales
toques de gaita.
Por su parte el medio tiempo “Sobreviviendo”
está dotado de una enorme musicalidad con un poso blues que arropando su letra
callejera y algo canalla consigue un resultado final con mucho encanto, al
igual que sucede en la competente “Para Que Nunca Amanezca” que en clave de
rock melódico resulta de lo más elegante tanto en su trabajo vocal como
instrumental, con especial mención a las guitarras, al igual que en la
romántica balada “Redención Bafda” suave al principio pero tremendamente
intensa con un magnífico solo.
Se completa el disco con un
extenso tema de casi once minutos de duración como es “La Salida del Averno”,
que sirve para que los músicos se explayen dentro de una teatralizada ambientación
en el que se insertan detalles acústicos, envolventes teclados y coros donde se
deja notar Natalia Martín, preciosistas
solos de guitarra acelerando por momentos su cadencioso ritmo general, y una
buena interpretación vocal yendo desde tonos casi susurrantes a poderosas
subidas.
Como decía al principio este es
un disco versátil, con muchos matices, y con el que he redescubierto a un señor
al que había perdido la pista hace tiempo, bienvenido sea.
Mariano Palomo
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