lunes, 28 de septiembre de 2015

TERAMAZE “Her Halo”

(Mascot Records)

Normalmente un disco que empieza con un tema de casi trece minutos no suele estar entre los que más me atraen, pero este trabajo de los australianos Teramaze, a los que ahora descubro, me ha convencido y mucho. Una banda liderada por su guitarrista Dean Wells y que en sus más de veinte años de discontinua trayectoria aún no había tenido la ocasión de escuchar hasta ahora con este “Her Halo” que supone su quinto larga duración en estudio. Wells ha estado acompañado durante este tiempo por el batería Dean Kennedy y por el guitarrista Mat Dawson, a los que se les han unido recientemente el también guitarrista John Zambelis, el bajista Luis Enrique Eguren, el teclista Dave Holley y el cantante Nathan Peachey, completando la actual formación de la banda con la que ya grabaron su anterior entrega “Esoteric Symbolism” el pasado año 2014.
Lo que nos ofrecen Teramaze en este nuevo trabajo es rock progresivo de altura, muy melódico, y algo más asequible de lo habitual en el género, manteniendo una buena altura instrumental y compositiva. Como decía antes abren el CD con un tema de larga duración, el más extenso del mismo “An Ordinary Dream (Enla Momento)”, en el que desde un inicio tremendamente relajado y acústico van dejando potentes ataques rítmicos subiendo y bajando el ritmo de forma vigorosa y nada brusca con unos trabajados desarrollos de guitarra y teclados siempre con una cuidada melodía vocal habiendo lugar a momentos lentos y misteriosos junto a otros más rápidos y contundentes.
Dramatizan el sonido en “To Love, A Tyrant” con la expresiva voz de Peachey sobresaliendo entre matices oscuros de teclas y guitarra, con tímidos aportes de piano y acústicos, antes de marcarse un técnico solo de guitarra acompañado de una marcada presencia de bajo a cargo de Eguren. Se relaja el ambiente en el inicio de “Her Halo” corte en el que crean una atmósfera espectacular alternando acústicas y eléctricas pero con una punzante aportación de riffs que la dotan de cuerpo y dureza, acelerando después pero sin perder su aire embaucador en “Out Of Subconscious” de nuevo con esos riffs duros rodeados de unos teclados más sinfónicos y de una gran melodía vocal recordando a los norteamericanos Kamelot, como sucede en “For The Inocent” balanceándose entre el metal progresivo y las melodías sinfónicas con clase y acierto.
Se acercan a Dream Theater con la instrumental “Trapeze” con un gran trabajo de guitarras y marcada por el manejo de los tiempos de Kennedy en la batería y de Holley en los teclados con unos cambios ritmo tranquilos que les quedan realmente bien, relajándose mucho más en la envolvente “Broken” que tiene un aire triste y melancólico en su acústico comienzo antes de romper intensamente eléctrica con un gran solo de guitarra lleno de suave belleza.
El disco se cierra con otro tema extenso “Delusions Of Grandeur” que en sus nueve minutos y medio de duración nos deja una dramatizada composición de tempo medio con algunos momentos más rápidos, con gran solidez en su base rítmica, y sobre todo con una gran fuerza interpretativa tanto en la voz de Peachey como en las guitarras de Wells, Dawson y Zambelis. Cierre de nivel para un interesante trabajo que perfectamente puede hacerse un hueco entre los más destacados del año dentro del progresivo.
Mariano Palomo

THE WINERY DOGS “Hot Streak”

(Ear Music)

Dos años después del impacto que supuso en la comunidad hard rockera el lanzamiento del primer disco de The Winery Dogs, el trío formado por Richie Kotzen (voz y guitarra), Billy Sheehan (bajo) y Mike Portnoy (batería) vuelve a la carga con otra nueva remesa de temas que mantienen el nivel compositivo e interpretativo de su debut discográfico en un recorrido lleno de virtuosismo que nos lleva desde el hard melódicamente crudo, al blues eléctrico, pasando por momentos que rozan el funk, el progresivo o la psicodelia. Todo ello con un cuidadísimo trabajo de melodías vocales que comparten protagonismo con rasgueos, punteos, pulsaciones y redobles al servicio de unos temas que pueden acabar por resultar tremendamente adictivos, comenzando por “Oblivion” magnífico tema de pegada viva, voz embaucadora y virtuosos ejercicios de bajo y guitarra que recuerda inevitablemente a la época intermedia de Mr. Big con Kotzen.
Tiran de groove y algo de esencia blues setentera en la polvorienta “Captain Love” que con su insinuante cadencia y su cálida melodía vocal acaba seduciendo sin remisión, antes de adentrarse en terrenos más festivos con el tema título “Hot Streak” dejando constancia de su versatilidad y maestría con un sensual regusto funky pero sin perder nada de fuerza hard rockera, que se intensifica en la más actual “How Long” de nuevo con el nombre de Mr. Big revoloteando a su alrededor, soltándose a continuación una exhibición de fraseos y solos en la brillante “Empire” que se desarrolla con dinamismo sobre su melodía de guitarra.
Pequeño descanso bajando el ritmo con la delicada “Fire” salpicada de preciosistas detalles acústicos y suaves voces destilando cierta melancolía con toques latinos, acelerando un poco con “Ghost Town” corte embaucador de base muy marcada y gran melodía barnizado de una ligera capa psicodélica con reminiscencias Glenn Hughes, como sucede con la envolvente y cortada “The Bridge” en la que Kotzen inserta un original solo experimental, dejando que luzca más a continuación Portnoy con sus tambores en la curiosa “War Machine” entrecortada por sus redobles entre los que se cuelan unos bonitos y punzantes dibujos de guitarra tanto española como eléctrica.
Sigue la experimentación con la sinuosa “Spiral” desarrollándose con una suave instrumentación en clave ligeramente progresiva con un punto lisérgico  y extraño sin acabar de romper prácticamente hasta el final resultándome la menos atractiva del CD, todo lo contrario que “Devil You Know” uno de los temas más animados del disco lleno de ritmo y energía dejando sitio para el virtuoso lucimiento de cada uno de los integrantes del grupo, de nuevo muy Mr. Big.  También me han convencido bastante la espiritual “Think Is Over” que a medio tiempo nos lleva al blues-soul con un maravilloso sonido de órgano y unas cuidadas voces llenas de clase y feeling, y la final “The Lamb” que sin acelerar demasiado tiene más ritmo mandando de nuevo sus excelentes armonías vocales.
Buen disco en definitiva de este súper combo que sigue dándole continuidad a un proyecto que se afianza para goce y alegría de los seguidores del mejor hard rock.
Mariano Palomo

OPERATION: MINDCRIME “The Key”

(Frontiers Music)
Después de dar unos cuantos tumbos sin demasiado éxito desde que abandonó Queensryche, Geoff Tate parece intentar retomar su carrera donde se quedó en su época más brillante con la banda de Seattle, y que mejor que hacerlo que prolongando la historia conceptual que tanto prestigio le dio, la inmensa obra “Operation  Mindcrime”, cuyo nombre adopta como cabecera para esta nueva andadura.
Ahora, más de veinticinco años después, Tate nos ofrece la primera entrega de lo que al parecer va a ser una trilogía a modo de secuela y que se inicia con este “The Key”, un álbum que por momentos consigue recuperar la esencia de antaño, pero que me resulta bastante menos atractivo que aquel inmenso trabajo del 88.
Los elementos que integran tanto el sonido como la temática de la obra son básicamente los mismos que de “Operation Mindcrime”, composiciones progresivas, con un buen trabajo de melodías vocales, pulida técnica instrumental, intrincadas disquisiciones filosóficas a cerca de la condición humana, pero en general muy lejos del brillo y rotundidad que ofrecía la historia original, algo parecido a lo que le sucedió a Queensryche con “Operation Mindcrime II” en 2006.
Para esta nueva aventura el vocalista norteamericano se ha rodeado de algunos músicos de renombre como los bajistas Dave Ellefson (Megadeth) y John Moyer (Disturbed, Adrenaline Mob) o los baterías Simon Wright (AC/DC, Dio) y Brian Tichy (Foreigner, Billy Idol, Whitesnake), junto con otros menos conocidos como Scott Mercado (batería de Candlebox), o  sus ya más habituales acompañantes a la guitarra Kelly Gray (ex Queensryche) y Scott Moughton. Como decía todos ellos muestran un buen nivel técnico pero los temas, salvo alguna excepción no acaban de engancharme del todo, perdiéndose un poco en su desarrollo teatral.
El misterioso inicio con “Choices” nos va introduciendo de modo casi recitante en la historia enlazando con la pausada “Burn” que supone un intenso y algo previsible ejercicio progresivo en el que brillan los sonidos de bajo sobre las afiladas guitarras de Gray y Moughton, que brillan con mayor fuerza en la pegadiza “Re-Inveinting The Future” que sin duda es el tema que más se queda a la primera y que más recuerda a “Operation Mindcrime”, con cierto regusto a “Eyes Of a Stranger” pero sin llegar a su nivel.
Baja el ritmo con la más espesa “Ready To Fly”, de nuevo con el sonido de bajo muy marcado y con algún giro vocal muy teatral que encaja sobre unas teclas evocadoras que crean una atmósfera intrigante, que se prolonga en el interludio “Discussions In a Smoke Filled Room” a base de efectos sintetizados que se mantienen en el medio tiempo “Life Or Death” en el que la voz de Tate se alterna con la de Mark Daily (The Voodoos) creando un intenso diálogo que sobresale sobre su instrumentación, que se torna mucho más pesada y densa en la rapeada a “The Stranger” que puede recordar un poco a Rage Against the Machine, resultando curiosa pero escasamente brillante.
Continua la dramatización con “Hearing Voices” marcada por sus cortantes golpes de voz y guitarra, menos pesada pero bastante monótona, antes de llevarnos a terrenos intimistas con “On Queue” salpicada rasgueos suaves y delicados detalles eléctricos y de saxo a cargo del propio Tate con cierto aire Pink Floyd, sucedida por “An Ambush Of Shades” otro breve interludio con sombríos arreglos de cuerda que desembocan en la lenta “Kicking In The Door” que envuelve relajadamente la cálida voz de Tate a base de sonidos acústicos, antes de llegar al final con la más dura “The Fall” que resulta ser otra de las que me ha parecido más interesantes del disco por su trabajada propuesta progresiva con buenos momentos instrumentales, con el saxo de nuevo en escena.
Buen final para un disco un tanto irregular, con algunos momentos que pueden hacer recuperar algo de crédito a su creador y que, aun estando por encima de todo lo que han hecho últimamente tanto él como sus ex en Queensryche, creo que sigue lejos de los mejores tiempos de ambos.
Mariano Palomo

jueves, 10 de septiembre de 2015

BLACKMORE’S NIGHT “All Our Yesterdays”

(Frontiers Music)

Mientras esperamos ansiosos el anuncio de las cuatro fechas de este verano en las que Ritchie Blackmore va a volver a juntarse con miembros de Deep Purple y Rainbow para recordar en directo su legado hard rockero, el hombre de negro y su señora nos dejan otro nuevo trabajo de su ya más que consolidado proyecto en común. Un disco más de la saga Blackmore’s Night que como viene siendo habitual desde hace un tiempo me resulta tan agradable al oído como escasamente emocionante, haciendo que mis ganas por poder volver a ver y escuchar a Blackmore tirando dedistorsión con su Stratocaster no hagan más que aumentar exponencialmente día a día.
La pareja sigue a lo suyo, ofreciendo un puñado de canciones de música celta-folk comenzando por la festiva “All Our Yesterdays” con cierto toque mediterráneo en su mandolina, siguiendo la misma onda“ Coming Home” con un ritmillo contagioso marcado por palmas y panderetas, o “The Other Side” más puramente medieval y danzarina con sus violines y percusiones características.
Entre medias la breve “Queen’s Lament” que no es más que un profundo y lento solo acústico que da paso a la más rockera, pero sin pasarse, “Where Are We Going From Here” que engaña con su inicio lento pero que luego engancha con una guitarra eléctrica más presente, solo incluido, y con la voz de Candice más potente adronada por los arreglos de violín de Scarlett Fiddler y de teclas de Bard David of Larchmont. Sonidos más evocadores y celtas en “Will o’ The Wisp” también con solo de guitarra, pero en este caso electro acústico destacando entre su melodía vocal coreada, y más bucólicos en las lentas “Long Long Time” muy suave con delicados toques de flauta de Lady Lynn, que vuelven a aparecer “Earth, Wind and Sky” junto algún aporte de guitarra española.
Antes nos dejan seguidas un par de instrumentales, “Allan yn n Fan” movidita y rítmica con el aporte justito de guitarra eléctrica, y “Darker Shade Of Black” que como indica su título es bastante más sombría y melancólica pero que crece con teclas y percusión de forma casi fúnebre pero bellamente rematada por un preciosista solo de Ritchie que nos hace recordar la mejor época de sus Rainbow, siendo para mí lo mejor del disco. Un disco que se completa con dos curiosas versiones que se llevan a su terreno, una más o menos previsible de “Moonlight Shadow” de Mike Oldfield que resulta bastante bien, y una más sorpresiva “I’ve Got You Babe” que hicieron famosa Cher y Sonny en los sesenta y que en esta revisión queda prácticamente para el exclusivo lucimiento vocal de la Señora Night.
Lo dicho, trabajo agradable, con algunos momentos más brillantes, pero que sigue siendo uno más de la decena que lleva publicado ya el dúo en sus más de tres lustros de carrera, ¡qué largo se me está haciendo!
Mariano Palomo

CATS IN SPACE “Too Many Gods”

(Harmony Factory / Cargo Records)
En estos tiempos de revivals en el que surgen muchos grupos jóvenes reivindicando el heavy metal tradicional, o pseudo hippies con Woodstoock como referente, casi se echaba en falta alguna banda que rescatara el sonido y encanto de los grandes grupos setenteros más accesible. Esas bandas que sonaban en las FMs de todo el mundo que para unos eran pop, para otros rock, pero siempre con muchísima calidad y feelin. Nombrarlas ahora sería establecer una farragosa lista de preferencias personales donde seguramente coincidiríamos en muchos de los nombres que irán saliendo a colación según vayamos desgranado este fantástico disco que nos ocupa.
Los protagonistas de esta obra no son ningunos jovenzuelos ni novatos, son músicos británicos con una amplia experiencia desde hace más de tres décadas tanto como compositores como intérpretes trabajando con artistas del nivel de Asia, The Sweet, Mike Olfield, Airrace o Ian Gillan entre otros. Entre los seis miembros del grupo, con el guitarrista Greg Hart al frente, y los cinco invitados, con especial mención para el cantante y compositor Mick Wilson (10cc), han creado una docena de deliciosas composiciones con gran protagonismo de unas cuidadísimas armonías vocales, en las que clase y elegancia no están reñidas con una fuerza y pegada que las hacen lo más atractivas dentro de una propuesta estilística que va desde el pop rock más asequible, al rock sinfónico, pasando por el A.O.R.
Arrancan este “Too Many Gods”, tras la pertinente intro espacial “Arrival”, con el tema que le da título, corte brillante y potente en el que los teclados orquestados se mezclan con toques de piano de Andy Stewart que compite en protagonismo instrumental con las magníficas guitarras de Hart y Dean Howard, mientras Paul Manzi despliega su tremendo talento vocal acompañado de unos espectaculares coros, sonando todo a los E.L.O. más rockeros quedando realmente bien. De hecho esta referencia a la banda de Jeff Lynne es la más recurrente en todo el disco.
Tras esta primera gran impresión, continúan en clave más pop-rockera con la elegante y teatral “Stop” en la que el influjo de Queen o de los mismísimos Abba queda patente, con el piano presente acompañando la marcada línea de bajo de Jeff Brown y con unas guitarras de sonido cercano al de Brian May, continuando en la misma línea cercana al musical con “Last Man Standing” llena de ingenuo encanto rematada por un discreto toque de saxo a cargo de Greg Camburn. Con el medio tiempo “Mr. Heartache” vuelven a recodar muchísimo a E.L.O. con unos coros magníficos y unos acertados arreglos sintetizados, además de contar como invitado con el vocalista Andy Scott (The Sweet).
Siguen sin acelerar demasiado con “Unfinished Symphony” otro tema lleno de encanto y aportaciones corales pero con la voz de Manzi más rasgada y potente recordando ligeramente al gran Jimmy Branes, y con una embaucadora “Schoolyard Fantasy” en la que sus rasgueos acústicos y sus toques de saxo hacen que me venga a la cabeza el nombre de Supertramp, todo ello rodeado de una gran melodía vocal que me suena mucho a los Boston más tranquilos. No está mal un tema que suena entre Supertamp y Boston, ¿eh?
Pero si el tema anterior era bueno, cuidadito con “The Greatest Story Never Told”, el tema más extenso del disco que en sus siete minutos de duración entre cambios de ritmo va desde su baladesco comienzo de piano y voz hasta unos intensos momentos instrumentales y sinfónicos de la mano de Mike Moran (responsable entre otras cosas del “Barcelona” de Freddy Mercury y Montserrat Caballé), pasando por unos cruces de voces A.O.R. pomp entre Manzi y Wilson que bien pueden recordar a Styx y a los mencionados Supertramp.
Vuelve el sonido puramente E.L.O. con la agradable e ingenua “Only In Vegas” que transmite cándido optimismo, bajando el tono con la más suave y envolvente “Man In The Moon” bonita pero algo sosa para mi gusto, intensificándose notablemente con la potente “Five-Minute Celebrity” con Wilson a la voz y en la que el batería Steevi Bacon pone de manifiesto su marcada pegada y donde de nuevo el sonido de guitarra recuerda al de May, cerrando definitivamente de forma relajada con “Velvet Horizon”  con la voz de Manzi prácticamente desnuda junto al piano de Stewart.
Cierre agradable para un disco lleno de calidad que nos devuelve a un tiempo en el que poner la radio no era un complejo ejercicio de búsqueda de buena música y en el que casi todo lo que sonaba era, o al menos nos parecía mejor, independientemente de su estilo.
Mariano Palomo

martes, 8 de septiembre de 2015

IRON MAIDEN “The Book Of Souls”

(Parlophone)

Después de los insufribles bodrios con los que Harris  y compañía nos han “deleitado” en sus últimas entregas, un nuevo trabajo de Iron Maiden ya no puede ser recibido con buena disposición. En los buenos tiempos esperábamos con ansia cada nuevo disco, y ahora simplemente nos preguntamos si merecerá la pena escucharlo siquiera.
Por eso al comenzar este “Book Of Souls” y encontrarte con el primer corte, “If Eternity Should Fail” la verdad es que te llevas una sorpresa agradable. Bien es verdad que es un tema muy largo, de ocho minutos y medio, bien es verdad que el ridículo monólogo del último minuto se lo podrían haber ahorrado, bien es verdad que Maiden ha compuesto canciones muchísimo mejores. Pero desde luego este tema supera por goleada él solito a “A Matter Of Life And Death” y “The Final Frontier” completos. “Speed Of Light” es quizá la canción estrella del disco. Corta, cañera y comercial, se queda a pocos peldaños de alcanzar la inmortalidad de himnos como “Run To The Hills”, “Can I Play With Madness” o “From Here To Eternity”. “The Great Unkown” es un tema un poco extraño pero que funciona, tarda un poco en arrancar pero después se deja escuchar muy bien. Como pega tenemos el larguísimo final instrumental, que no habría pasado nada si lo hubieran reducido un poco en vez de estirar el corte hasta casi los siete minutos.
“The Red And The Black” es una de esas pocas canciones extensas que no se hacen pesadas, y eso que dura casi catorce minutos. Carece de estribillo, en su lugar hay unos coros sin letra, como en “The Trooper”. “The River Runs Deep” es un tema muy cañero con el sabor de los Maiden de toda la vida. Muy adecuado para el directo. A continuación viene la canción que da título al álbum, “The Book Of Souls”, la cual aunque también demasiado larga, con más de diez minutos, no está nada mal. En varios momentos recuerda a los tiempos de “Powerslave”. La acelerada “Death Or Glory” es otra de las mejores, también nos transmite la sensación de que han vuelto los Iron Maiden que nunca debieron marcharse. “Shadows Of The Walley”, tiene en su contra una vez más la amplia duración, de casi ocho minutos, pero a decir verdad tampoco cansa y entra bastante bien. En este caso podemos encontrar similitudes con el álbum “Somewhere In Time”. El comienzo se parece mucho al de “Wasted Years”, y los coros centrales están en la onda de los de “Heaven Can Wait”. “Tears Of A Clown” es una de las más comerciales y cortas, con apenas cinco minutos. También en el estilo de los mejores años de la banda. Podría haber sido el cierre perfecto de “The Book Of Souls”.
Y es una pena, porque a partir de aquí las cosas se tuercen. Pese a que hay varios temas bastante largos y a que ni por asomo es el mejor disco de Iron Maiden, hasta el momento ha sido un trabajo muy digno infinitamente mejor que sus horribles predecesores. Con tantos minutos y nueve cortes es suficiente hasta la siguiente entrega. Pero… no. Harris y los suyos no parecen entenderlo así. La décima canción, la lentorra “The Man Of  Sorrows” aparte de ser también demasiado extensa con seis minutos y medio, no convence. Es difícil explicarlo con palabras, es una composición insulsa a la que le falta algo. Pero lo peor es “Empire Of The Clouds”. Cuesta mucho poder terminarlo, son 18 minutos eternos, inaguantables. Si has escuchado el disco desde el principio, ya no queda ánimo para tragarse más canciones interminables, pero es que además es aburridísima.
Una lástima que un álbum que parecía haber recuperado la esencia perdida de Iron Maiden se estropee en su recta final por una manía mal entendida de primar la cantidad sobre la calidad. Pero la solución es bien sencilla. Basta con no volver a escuchar las dos últimas canciones y disfrutar del resto.

Nacho Jordán