martes, 2 de octubre de 2012

KIX “Live In Baltimore”

(Frontiers / Mastertrax)

Uno de los primeros abanderados del denominado “Hair Metal” fueron los algo infravalorados Kix. Una formación que al igual que muchas otras comenzó como banda de versiones a finales de los setenta para empezar a dar guerra con su propio material en 1981 con la publicación de su primer trabajo. Desde entonces han desarrollado una irregular trayectoria que llegó en primera instancia hasta mediados de los noventa cuando se desintegraron con media docena de trabajos a sus espaldas, para volver casi una década después prácticamente con los mismos miembros de su mejor época para participar en algunos festivales norteamericanos que fueron tan positivos que les impulsaron a seguir con la historia, incluso anunciando nuevo disco en estudio para el próximo año 2013.
El lanzamiento que nos ocupa refleja esa vuelta en directo mostrando una banda enérgica, divertida y bien engrasada que ofrece todos esos elementos que les hicieron ganarse a sus fieles en los ochenta, con un sonido crudo pero limpio, y donde la voz de Steve Whiteman es lo que más acusa el paso del tiempo, y en cierto modo para mejor ya que no está tan chillón como antaño, aunque se ve que tampoco puede llegar donde solía.
El resto de la banda cumple perfectamente su labor, con las guitarras afiladas y macarras de Ronnie “10/10” Younkis y Brian “Damage” Forsythe cabalgando con estilo sobre la efectiva y sólida base formada por el destacado bajista Jimmy “Chocolate” Chalfant y por el batería Mark Schenker, y siempre con unos coros fiesteros inconfundibles marca de la casa. Todo esto lo empezamos a comprobar con “No Ring Around Rosie” puro hard rock & roll divertido cortado a base de distorsión acompañado por una armónica final dándole mucho rollo y que se incluía en su exitoso “Blow My Fuse” de 1988 del que dan buena cuenta en este directo copando casi la mitad del mismo con sus temas.
Continúan con la más rítmica y opaca “Atomic Bombs” recuperada de su debut discográfico en una onda más dura, para volver al macarreo con la rocanrolera “Lie Like A Rug” de su tercer trabajo “Midnite Dynamite” del ’85 recuperando los coros agudos reiterando su estribillo para llegar al primer parón para dar la bienvenida al público preguntándoles insistentemente sobre su felicidad (“Are You Happy?”).
Momento relajado e intenso con la profunda balada “Don’t Close Your Eyes” mostrando a un apasionado y atormentado Whiteman al límite de su capacidad vocal en su desgarrador estribillo ayudado por un respetable entregado arropándole junto a unos buenos detalles de piano, que desaparecen en la fresca y sensual “Girl Money” igualmente coreada por el público dentro de su ritmo cortado, bien secundada por la enérgica “Cold Blood”, probablemente su tema más conocido que alargan casi hasta los nueve minutos haciendo partícipes a los fans cantando su enorme estribillo sleazy y melódico, y donde también deja su huella “Chocolate” con su bajo.
Cuatro cuerdas que siguen muy presentes marcando un ritmo cercano al funky en la original “Cold Shower” que comienza casi a cappella para ir mezclando luego partes rapeadas con riffs hard rockeros a lo Extreme, de nuevo con la armónica dándole mucho rollo, retomando el hard más afilado a lo AC/DC con la resultona “She Dropped Me The Bomb”, a todo esto con Whiteman forzando su voz sobremanera llegando casi a romperla rescatado por unos coros menores, para soltar otra charla al final que sirve como enganche de “Blow My Fuse” interactuando con el público en sus primeras frases hasta que rompe entrando el resto de la banda completando otro momento cañero y resultón alargando su final para despedirse por primera vez.
Los supuestos bises son pura fiesta hard rockera, comenzando por la clásica y potente “Kix Are For Kids” nasal y frenética, algo atropellada pero tan sencilla como efectiva de nuevo con la sombra de los Hermanos Youg reconocible en su ritmo y guitarras. Se controla un poco el desenfreno con la más melódica “Midnite Dynamite” con unas voces reseñables a lo Leppard de la primera época, volviendo a acelerar con la más garajera y simple “Yeah, Yeah, Yeah” pedida por el público y que prolongan hasta los diecisiete minutos explayándose a base de riffs poderosos, marcadas líneas de bajo, coros compartidos con la audiencia y bastante desfase instrumental quedándoles excesivamente larga y pesadita para cerrar, de nuevo con charla infumable de por medio hasta que recuperan el pulso en su último tercio.
Final un tanto desparramado que desluce un poco este buen directo de una de esas bandas de los ochenta que parecen querer reverdecer viejos laureles. En directo parece que de momento lo van consiguiendo, habrá que esperar a escuchar su nuevo material a ver qué tal andan de creatividad e ideas después de un parón compositivo tan prolongado.
Mariano Palomo

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